Prensa. Luis Pinto: " ...Basta de humillaciones, ¡por favor!..."

Lo que vimos el martes pasado en “Cara y Sello” fue un asesinato… un linchamiento público, televisado… la muerte de un personaje que, para su familia y su entorno (antes del programa) debe haber sido todo un héroe. Algunos cambiaban el canal de vergüenza… otros se llamaban por teléfono para “pasarse el dato”, y al día siguiente fue tema obligado en oficinas, colegios y casas. Porque somos morbosos… nos da pena, pero no nos queremos perder detalle. El “modelo” y profesor rancagüino Luis Pinto sufría la peor de las humillaciones en Buenos Aires y nosotros lo presenciábamos en primera fila.

La idea de “Cara y Sello” no era mala… mostrar las dos caras de una misma moneda… enseñarnos cómo veranean dos familias de distintas clases sociales o cómo se casan dos mujeres en los extremos de Santiago puede ser interesante… siempre que no caigan en el circo en que se ha convertido hoy. Porque una cosa es que la modelo top le enseñe a la principiante cómo es su mundo y otra muy distinta es reírse a gritos de las carencias del otro. Lo que pretendió ser un espacio periodístico serio, bien hecho, se ha transformado en un espacio de humor. Y está bien… podemos reírnos muchísimo, siempre que las reglas estén claras desde el principio… que los protagonistas sepan a qué van. En cambio, todo se presenta como un programa serio, en el que la conductora María Elena Dressel dice con total cara de palo “jamás pretendimos reírnos de Luis” (¿habrá creído ella misma esa frase?).

Habíamos visto de todo en “Cara y Sello”… trutos de pollo en la playa y melones con vino versus picoteo con pisco sour… carretes flaites versus fiestas top… hasta pasó colada la visita de una vedette del Circo Timoteo (con humillación incluida) a tierras argentinas… pero lo del modelo fue más de lo que podemos soportar. Para los que no tuvieron la suerte de ver el capítulo (y estoy seguro de que fueron muy pocos), paso a resumir… seudo modelo rancagüino, que practica con pesas en su pieza y hace clases en un liceo, viaja a Buenos Aires a conocer a modelo top, ultra producido. En resumen, argentino se ríe absolutamente todo el rato del chilenito, casi a carcajadas… lo trata de tonto, feo, penca… con expresiones como “¿y qué idioma hablo yo que éste no me entiende?” o “bien, bien… ¿ése es el comentario del chileno? Qué vocabulario que tiene…” En definitiva lo de Mega fue una tremenda crueldad… una falta de consideración y de humanidad tremendas… una denigración sin asco a un pobre que creía que, al exponerse de esa manera tendría más oportunidades en el mundo del modelaje.

Es evidente que el famoso Luis Pinto se prestó para el juego de manera casi infantil… que sus “giros transversales” eran lamentables, que no tiene nada que hacer en el mundo del modelaje, y que hasta sus alumnos empezaron a perderle el respeto. Pero aplaudo su valentía… su autoestima a pesar de haber sido basureado por el argentino (que, dicho sea de paso, medía dos metros, era rostro de varias campañas y tenía un book de verdad)… reconozco que sentí pena… que me dolía la guata cada vez que el modelo trasandino se esmeraba en humillarlo… cada vez que ponía caritas frente a la cámara, que le refregaba en el rostro lo feo y chico que era. Pero estoy seguro de que la culpa no fue de ninguno de los dos… una vez más, Mega nos demostró lo inescrupuloso que puede llegar a ser en pos del rating. Cómo, con absoluto descaro, nos presentan esta masacre como “una gran oportunidad para Luis” (dicho por la propia Dressel)… cómo le faltan el respeto a un chileno medio, un joven de esfuerzo que hasta ese día se quería… y cómo de paso nos faltan el respeto a todos… a días del 18 de septiembre. Felicito a Mega por haberles regalado a los argentinos otro motivo para burlarse de nosotros, y a nosotros, para achicarnos una vez más frente a nuestros vecinos… y la falta de tino, por haber dejado al pobre Pinto literalmente “como chaleco de mono”.